Las aventuras de Alicia y Celia
Había una vez una hada llamada Alicia que tenía una hermana gemela llamada Celia , eran rubias y siempre llevaban dos trencitas largas , unos vestidos muy bonitos que los hacía su madre y casi siempre eran azules porque a las dos les encantaba ese color. Eran dos hadas muy aventureras, les encantaba vivir cada día nuevas aventuras y además les gustaba mucho cantar, pasaban los días cantando canciones que generalmente ellas inventaban.
Unas Navidades viajaron con sus padres a Nueva York y aunque no conocían el idioma,se lo pasaron genial. Cada día salían temprano a conocer la ciudad, caminaban y caminaban y les encantaba porque la ciudad estaba preciosa en esa época, todas las calles estaban adornadas de Navidad y las tiendas tenían unos escaparates preciosos y cuando llegaba la noche toda la ciudad se iluminaba y estaba espectacular. Fueron a la estatua de la libertad, subieron al Empire State, pasearon por Central Park...Entre paseo y paseo aprovechaban para hacer travesuras, en el hotel siempre escondían los carritos de las camareras que limpiaban las habitaciones o usaban sus poderes para hacer desaparecer los productos que llevaban en ellos.
En Nochevieja fueron a Times Square a esperar que sonaran las doce campanadas y una vez más no pudieron resistirse a hacer una de las suyas y adelantaron el reloj y en Nueva York celebraron el año nuevo media hora antes de lo debido.
En primavera su colegio organizó un viaje a París y Alicia y Celia estaban muy nerviosas porque no iban con sus padres y tampoco sabían hablar francés. El viaje resultó muy emocionante porque estaban con todos sus amigos del colegio y aunque la profesora de historia los llevó a ver más monumentos de los que les apetecía, viéndolos con amigos les pareció a todos más divertido. Subieron a la torre Eiffel, ellas por supuesto lo hicieron volando con sus alitas de hada y les encantó todo lo que vieron desde allá arriba, visitaron la Catedral de Notre Dame, el panteón de Napoleón, el Arco del Triunfo, los jardines de Versalles…
Antes de regresar compraron muchos regalos para sus padres y cuando volvieron a casa no podían hablar más que en francés, alguien las había hechizado y no recordaban el español, debió ser alguna de las brujitas que conocieron en París y a las que ellas habían gastado alguna de sus bromas. Pasadas dos semanas volvieron a hablar español y no recordaban ninguna palabra en francés.
Cuando llegó el verano sus padres las mandaron a un campamento para ver si aprendían a no ser tan traviesas y se portaban mejor.Viajaron a Italia por dos meses y acamparon en distintos sitios como Roma, Milán, Venecia, La Toscana… y allí conocieron a otros niños tan traviesos o más que ellas. ¡Todos los padres habían tenido la misma idea: mandarlos a aquel campamento para enderezarlos! pero en lugar de eso todos ellos se juntaron e hicieron una piña. Estos niños eran el Trastolillo, el Grifo, el Unicornio, Trenti, la sombra, las sirenas….Allí descubrieron la comida italiana y a todos les encantaba: pizza, spaguetti, fetuchini, tortellini, ñoquis...se paseaban por las cocinas de los restaurantes haciendo de las suyas, comiendo un poco de cada cosa sin dar tiempo a que la gente de la cocina se diera cuenta de lo que pasaba. Volvieron a sus casa tan traviesas como habían ido o más pero encantadas de lo bien que lo habían pasado y de la cantidad de amigos que habían hecho.Pasaron un verano genial y soñaban con el siguiente viaje para seguir haciendo de las suyas.