LA INDUSTRIA TEXTIL Y DE CALZADO EN ASIA
Los textiles no son tan sólo un bien de consumo que sirve para satisfacer una necesidad básica, es también un campo dominado por la moda. Por lo general, la ropa que compramos no está fabricada en nuestro país ya que los textiles son productos del mercado mundial.
La declaración de origen y materiales en las etiquetas no indica sus múltiples procedencias. Esto se debe a que la industria textil busca países donde la mano de obra es más barata.
En realidad, no son los países sino las empresas las protagonistas de la producción y del comercio de los textiles, muchas de ellas pequeñas y medianas. Sin embargo, grandes multinacionales del textil y la ropa y grandes cadenas de distribución, como el grupo C&A Brenningmeier o el grupo Steilmann, controlas la mayor parte del mercado mundial. Son los que “mueven los hilos”. Utilizan los distintos modos de producción -desde la producción en serie en grandes fábricas hasta las empresas familiares o pequeñas. Para esto, subcontratan la producción a otras empresas para conseguir los costes de producción más bajos posible.
Desde los años setenta, muchas de estas grandes empresas han instalado fábricas en zonas del tercer mundo donde gozan de privilegios fiscales. En estas zonas se confecciona la ropa con tela importada, se plancha y se empaqueta con máquinas que en general son importadas. Esta ropa lista para llevar se vuelve a exportar hacia los mercados más ricos.
Estas fábricas emplean casi sólo a mujeres que muchas veces trabajan en condiciones inhumanas. Estos “talleres alargados” de los países industriales se encuentran cada vez más en los países del antiguo bloque soviético y en Asia.
En la India, la ropa y los textiles son la principal exportación con un 11% del total. La producción para el mercado interior es insignificante. Para promover la exportación de ropa, el gobierno ha liberalizado considerablemente el sistema de licencias y deja que los empresarios elijan libremente la organización de la producción. Los comerciantes occidentales encuentran cada vez más barato proveerse de ropa en la India y otros países del Sur.
En Bangla Desh ocurre algo parecido, la industria de la ropa está en auge. Los productos son sobre todo prendas sencillas y mucha mano de obra. Bangla Desh tiene unas 1500 fábricas de ropa con unos 500 trabajadores cada una. La competencia entre ellas es muy fuerte. La gran mayoría de los trabajadores (el 80%) son mujeres y el 30% son niños y niñas. Las mujeres y las niñas sobre todo constituyen una mano de obra barata. Desempeñan un papel totalmente desconocido en la cadena de consumidores (que buscan camisetas baratas), grupos de tiendas y comerciantes que venden barato, pero con beneficios, y fabricantes de Bangla Desh que persiguen los mismos objetivos.
Desde hace años, existen organizaciones que denuncian lo que ocurre en estos países y las condiciones en que trabajan. Un miembro activo de la Federación de trabajadores de la confección, Nazrul de 18 años da ejemplos de personas que han trabajado 72 horas sin interrupción. Una empleada del Asian American Free Labor instituto de Bangla Desh, Rosaline Casta explica: “Trabajan como esclavos, no tienen vacaciones ni días libres. Puesto que no pueden ir al lavabo durante el trabajo, los niños tienen problemas de riñón. Y pregunta ¿Quieren usar ropa confeccionada en estas condiciones?. La industria textil es de vital importancia para el futuro de estos países pero no haciéndolo de esta manera, pisoteando a los niños. Hay que mejorar los sueldos y las condiciones de trabajo de las muchas mujeres que trabajan en este sector. Sería muy importante que Occidente sólo aceptara ropa producida de una manera digna.
Algo similar al tema textil, existe con el calzado. Grandes marcas deportivas tienen casi toda su producción en países de Asia, así por ejemplo el 99% de las zapatillas deportivas NIKE se fabrican en Asia. En los últimos años ha cerrado cerca de 20 empresas buscando pagar los salarios más bajos posibles. Actualmente han trasladado su producción a zonas donde se paga menos como China, Indonesia o Tailandia.Los salarios que paga NIKE en Indonesia a todos sus trabajadores es inferior al contrato que tienen algunos deportistas famosos por publicitar sus productos, y sin embargo las mujeres y hombres de Asia que producen sus materiales tienen dificultades para cubrir las necesidades básicas de sus familias y muchos no pueden crear sindicatos o unirse a ellos sin sufrir discriminación, despido o violencia.
Algunas ONGs y otras asociaciones integradas dentro del movimiento antiglobalización vigilan de cerca a estas grandes multinacionales para intentar que cumplan con un mínimo de medidas para el comercio justo.
NIKE renovó su código de conducta donde especificaba sus principios empresariales y ratificaba sus propósitos de perfeccionamiento. Con la publicación del escrito la empresa se comprometía a:
1.Respetar los derechos de todos los trabajadores, incluyendo el derecho a la libre asociación.
2.Procurar el mínimo impacto sobre el medio ambiente.
3.Asegurar un lugar de trabajo seguro y saludable.
La empresa continuamente demuestra su compromiso con la RSC realizando actividades para erradicar la explotación en las fábricas.
La RSC es la responsabilidad social corporativa y se define como la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas, generalmente con el objetivo de mejorar su situación competitiva, valorativa y su valor añadido.